Esta lengua nace desde la imperativa necesidad de hacer accesibles las enseñanzas del Buddha al pueblo del Tíbetano. El Rey Songtsen Gampo, fundador del imperio en el Tíbet, motivado por aprender estas enseñanzas, se dio cuenta de la importancia de contar con un lenguaje escrito para poder traducir todo el canon budista desde el Buddharma Sánscrito. Y para esta tarea, envió a la India a un numeroso grupo de tibetanos, entre ellos al más importante Thonmi Sambhota, con la finalidad de estudiar el sánscrito y, a partir de éste, desarrollar toda la gramática que lo conformaría; convirtiendo al idioma tibetano en una lengua dirigida específicamente para aprender el camino del Dharma. Por esta razón se le considera una lengua capaz de purificar nuestra mente y nuestro hablar, y, de aprenderla, otorgaría grandes beneficios en nuestro propio camino de purificación, pues nos daría la capacidad comprender con mucha más cercanía las enseñanzas del Buddha, el Dharma y la Shanga.
LETRA
El vocablo «A» se encuentra implícito en toda la morfología gramatical y fonética de la lengua tibetana. Es una letra central en la comprensión del idioma, ya que su uso se vincula profundamente a las enseñanzas budistas; representando gráficamente el sentido principal del Dharma. Se convierte en la base de todas las sílabas en el abecedario, y de la cual se desarrollan todos los sonidos. Y al estar intrínseco en la pronunciación de todas las palabras, obtiene la fuerza para mantener los estados meditativos a la hora de rezar los Sutra en el canon budista. Por esta razón, es identificada como el vocablo primordial de toda la lengua, y de comprenderla en su uso y constitución implicaría la compresión principal del objetivo para lo cual fue creado el idioma.